La creatividad y el pensamiento divergente son dones naturales que el sistema educativo tradicional suele ignorar o incluso reprimir. De hecho, un célebre estudio demostró que el 98% de los niños de 3 a 5 años muestran una gran capacidad para el pensamiento divergente, pero esa proporción cae al 10% al llegar a los 15 años bajo la enseñanza convencionaleldiariodepringles.com.ar. ¿Cuántas mentes brillantes se pierden en esa homogeneidad? A lo largo de la historia han existido distintos tipos de genios que veían el mundo de forma radicalmente diferente, desde artistas del Renacimiento hasta inventores o científicos contemporáneos. Estos casos invitan a cuestionar por qué la escuela actual, tan reglada y estándar, rara vez acoge a los más creativos o dotados y, en cambio, tiende a marginarlos.

Detalle de la escultura de Moisés (1513–1515) de Miguel Ángel Buonarroti, obra maestra del Renacimiento que demuestra la visión única y detallada de su autor para el arte y la anatomía.

  • Miguel Ángel Buonarroti (1475–1564) fue un prodigio renacentista: mostró habilidades excepcionales de observación y formas desde niño. De hecho, con apenas 12 años ingresó al taller de Domenico Ghirlandaio en Florencia, abandonando la gramática tradicional que su padre le había impuesto. Gracias a esa formación alternativa pudo dedicarse a esculpir y pintar. Sus obras (La Piedad, El David, la bóveda de la Capilla Sixtina, etc.) desbordan imaginación y técnica. Hoy es fácil preguntarse qué habría ocurrido si Miguel Ángel se hubiese visto obligado a permanecer en un aula uniforme: quizá jamás habría innovado en escultura ni pintura como lo hizo.

  • Thomas Alva Edison (1847–1931), conocido inventor de la bombilla o el fonógrafo, también chocó con la escuela. Cuando ingresó a la escuela a los 8 años, tras solo tres meses la maestra lo calificó de «alumno estéril e improductivo», por lo que su madre decidió educarlo en casa. Esa instrucción individual despertó su curiosidad científica y su amor por la lectura. Edison atribuiría luego sus éxitos –registra 1.093 patentes– al aprendizaje independiente. Su caso muestra cómo un sistema rígido puede desechar prematuramente a mentes innovadoras: fue expulsado de clases convencionales tres veces y considerado «un retrasado» por sus maestros

  • Albert Einstein (1879–1955) tuvo una infancia también rebelde ante la enseñanza autoritaria. Se decía que detestaba la disciplina prusiana: a los 15 años abandonó la escuela en Múnich porque no soportaba el método rígido de memorización. Su padre obtuvo un certificado médico ficticio para sacarlo del colegio. Ese alejamiento le permitió seguir sus propios intereses y, años después, desarrollar la teoría de la relatividad. Sin la libertad de pensar por su cuenta, quizá no habría cuestionado las ideas establecidas en física.

  • Temple Grandin (1947–), zoóloga y profesora estadounidense, es un ejemplo contemporáneo de talento fuera de lo común con neurodivergencia. Diagnosticada con autismo en la infancia, sufrió burlas y maltrato escolar. De joven fue expulsada a los 14 años de la Beaver Country Day School por tirar un libro a un compañero que la molestaba. En los años cincuenta, lo usual para niños autistas era el internamiento psiquiátrico, pero su familia insistió en terapias especiales. Esa atención personalizada le permitió desarrollar sus habilidades: obtuvo un doctorado en Ciencia Animal en 1989. Grandin ideó innovadores sistemas de manejo ganadero que reducen el estrés de los animales, basados en su agudo sentido visual. Si el sistema educativo actual no la hubiera comprendido, probablemente nunca habríamos conocido su máquina de abrazos o sus diseños humanitarios de mataderos, y no habría sido nombrada en 2010 como una de las 100 personas más influyentes por Time

Estos casos históricos y contemporáneos muestran que las mentes excepcionales ven el mundo de otro modo. Muchas de ellas tienden a procesar la información en paralelo, con conexiones inusuales entre áreas distintas. En psicología se considera que las altas capacidades constituyen una forma de neurodivergencia: no son trastornos, sino variantes del funcionamiento cerebral. Su aprendizaje puede ser extraordinariamente rápido o especializado en campos complejos, pero también pueden aburrirse o frustrarse con tareas rutinarias. El niño superdotado a menudo tiene un ritmo de comprensión muy superior al de sus compañeros, lo que deriva en desajustes sociales y emocionales si no se atiende su singularidad

El reto del sistema educativo actual

El modelo educativo predominante está pensado para el “alumno medio”, con currículos homogéneos y métodos de enseñanza estandarizados. Así, los estudiantes que piensan de forma divergente o con talentos específicos con frecuencia no encajan en el sistema. Un análisis pedagógico señala que “un niño con altas capacidades podría enfrentar dificultades para encajar en entornos educativos convencionales, donde los métodos de enseñanza y la velocidad de aprendizaje están diseñados para un grupo mayoritario”. De ahí que se dé con frecuencia la paradoja de que los más inteligentes obtienen malas notas: el alumnado dotado no tiene por qué sacar sobresalientes en todas las asignaturas; al contrario, a menudo suspende donde se aburre. Como consecuencia, pueden etiquetarlos erróneamente (como distraídos o con problemas de conducta) y marginarlos.

Por ejemplo, Michelangelo no era un experto en gramática o latín, pero sus habilidades artísticas no encontraron cabida en la escuela convencional. Einstein recordaría que en el aula enseñaban obediencia ciega en lugar de comprensión crítica, lo que le llevó a rebelarse. Edison pasó a la historia gracias a la educación en casa que su madre le dio; su madre se negó a aceptar el consejo del maestro de enviarlo a un manicomio infantil por “retraso”. Grandin, por su parte, soportó acoso escolar por ser “rara». Su único consuelo fueron profesores y familiares que respetaron su manera de aprender, lo cual fue determinante para su éxito posterior.

Mientras tanto, la escuela tradicional tiende a castigar la diferencia: el pensador creativo es a menudo un “inadaptado”. Un columnista reflexiona que la educación convencional “desestimula el crecimiento del pensamiento divergente!. En la práctica, el resultado es que disminuye la creatividad innata de los alumnos: como señaló otro estudio, la mayoría de los niños pequeños empiezan con alta creatividad, pero esa chispa se apaga con los años de escolarización. Padres y docentes bienintencionados a menudo ignoran que Jenos como Grandin, Edison o Picasso (que describió el colegio como “un suplicio” donde la autoridad le molestaba) avanzarían más con métodos no convencionales.

Hacia un aula inclusiva

Estos ejemplos históricos nos llevan a una conclusión inspiradora: el sistema educativo puede (y debe) cambiar para dar valor a la diferencia y la diversidad cognitiva. A continuación se indican algunas ideas para una escuela que transforme, en lugar de homogeneizar:

  • Adaptar el currículo. Diseñar contenidos y actividades abiertas que permitan a cada estudiante explorar sus intereses, en lugar de imponer un único temario rígido. Fomentar proyectos creativos y trabajos por investigación da cabida al pensamiento no lineal.

  • Fomentar el pensamiento divergente. Incluir dinámicas de resolución de problemas abiertos donde se premie inventar soluciones únicas. Como dijo Jean Piaget, el objetivo de la educación es “crear personas capaces de hacer cosas nuevas” y no solo repetir lo hecho por generaciones anteriores

  • Formar docentes inclusivos. Capacitar a los maestros en neurodiversidad, para que reconozcan diferentes estilos de aprendizaje. Saber que cada cerebro es distinto evita etiquetar injustamente a los alumnos brillantes pero atípicos

  • Evaluar de forma plural. Incorporar criterios de evaluación que premien la originalidad o el esfuerzo individual, no solo el resultado estandarizado. Así los estudiantes con talento especial en música, arte, ciencias u otras áreas podrán brillar fuera de los exámenes convencionales.

  • Apoyar a familias y grupos pequeños. Estimular redes de apoyo (tutores, orientación, asociaciones de padres) para alumnos con necesidades especiales o altas capacidades, como hicieron los padres de Grandin. Contar con las familias en la educación garantiza que ningún genio quede aislado.

Conclusión: valorando la diversidad cognitiva

En definitiva, las personas con altas capacidades, creatividad intensa o pensamiento no lineal enriquecen nuestra sociedad con soluciones novedosas y arte sublime. Ellas ven el mundo con perspectivas únicas, y por ello necesitan un sistema educativo que las comprenda y potencie, no que las encierre. Como advirtió el propio Einstein: “Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil. Hoy tenemos la responsabilidad de que la escuela no trate a esos “peces” como si fueran inútiles, sino que les permita nadar con libertad en su propio medio. Sólo así descubriremos al próximo Miguel Ángel, a la futura Temple Grandin o al Einstein del futuro, aprovechando el talento excepcional de todos.

Fuentes: Ejemplos biográficos de Miguel Ángel, Edison, Einstein y Temple Grandin provienen de enciclopedias y artículos especializados, que señalan cómo estos genios desafiaron la educación convencional. Estos datos subrayan que nuestro modelo escolar debe evolucionar para abrazar la diferencia y la diversidad cognitiva.